miércoles, 12 de junio de 2013

Gery Garabatos. Breve avance de su próxima novela

En su próxima aventura Gery descubrirá que en su casa hay algunos problemas económicos por culpa de la crisis, y que lo mismo sucede en las casas de los componentes de su cuadrilla. En clase de Conocimiento del Medio, el señor José María –profesor de la asignatura y tutor del curso-, les cuenta que ya en el 1929 del pasado siglo se dio una situación tremenda de depresión económica que se inició en los Estados Unidos, y que junto a la llamada “ley seca” que prohibió el consumo de alcohol, fueron los factores que sirvieron de caldo de cultivo para la proliferación de bandas criminales y mafiosas.

Gery, sus amigos y sus amigas, así como Alfonso y su banda de gamberros, penuriels y máximos exponentes de la ley del mínimo esfuerzo, buscarán soluciones para salir de sus respectivos problemas económicos y de una cierta apatía que les invade a todos. De qué lado se pondrá Gery? Porque a pesar de tratarse de un buen chico, en su familia hubieron antecedentes de personajes enfrentados con la ley. Sin ir más lejos, su bisabuelo materno a quien jamás conoció, se convirtió en leyenda en el barrio por sus fechorías.

Una trama compleja, llena de tensión, aventura, engaños y dobles juegos. Los garabatos en las libretas de apuntes de Gery se llenarán de historias de mafiosos y de peligrosos criminales.

Seguidamente os ofrezco un breve avance de una de las historias que podréis encontrar en la próxima novela de Gery Garabatos.

Coming Soon! En el 2014, pero... Coming Soon.

"Para mí, mi bisabuelo por parte materna no es más que una historia. No le conocí, así que solo sé lo que en reuniones familiares mi madre contaba de él, y lo cierto es que al parecer fue un pájaro de mucho cuidado.

Se llamaba Justo Pérez, el apellido dice poco, es común. Apellidarse Pérez resulta incluso anodino, pero su nombre: Justo, fue leyenda en el barrio del Poble Sec.

Mi bisabuela Lola despidió a mi bisabuelo el día en que este fue a la guerra a luchar en el bando republicano. Tiempo después recibió a un hombre herido; mi bisabuelo fue alcanzado por una bala en la Batalla del Ebro; el proyectil le atravesó el tobillo derecho y se le alojó en el izquierdo (que ya es mala leche). No sé yo que actitud tenía mi bisabuelo en combate para que una bala del bando nacional le pillase con los pies juntos, pero en las guerras pasan esas cosas.

En tiempos de posguerra, y con una ligera cojera, Justo no tenía ni oficio ni beneficio. Era un tipo guapo, de facciones delicadas y con el cabello negro, ligeramente ondulado y engominado. No destacaba por su estatura, pero dicen de él que tenía unas pelotas impresionantes y que era capaz de enzarzarse con cualquiera por el simple hecho de que le mirase mal. Sus idas y venidas por los bares le llevaron a establecer contactos con lo más oscuro del barrio. Empezó desvalijando camiones que realizaban sus actividades de carga y descarga en el parque de la Ciudadela hasta que formó una pequeña banda, y aunque nunca fue un legendario forajido por sus sonados golpes (porque a decir verdad, todo fue de poca monta), un escarceo a tiros con la policía le hizo merecedor de permanecer durante mucho tiempo en el recuerdo de algunos vecinos del Poble Sec.

Alguna de sus noches libres las dedicaba a ir de putero y de parranda. Tocaba el saxofón en el pub La Cubana de l’Avinguda del Paral·lel (conocida entonces como calle Marqués del Duero). Junto a él, y al piano, le acompañaba Manolo, que a su vez era el conductor oficial del coche que transportaba a la banda de hampones de bajo rango que causaban estragos por la cercana zona portuaria.

Un coche de vigilancia de la Policía llevaba siguiéndoles y controlando sus movimientos desde hacía algún tiempo, hasta que una noche, a la salida de La Cubana, intentaron detener a Manolo y a Justo para obligarles a rendir cuentas con la ley. A partir de ahí se inició una persecución en coche. Manolo enfiló en contra dirección por la calle Conde del Asalto adentrándose en plena barriada del Poble Sec y en la esquina con calle Magallanes el viejo Hispano-Suiza del año 1921 se paró en seco por algún fallo del motor.

Atravesados en la esquina entre las dos calles y sin posibilidad de escape, Justo salió del automóvil con su Astra 400 en la mano. Una pistola del ejército republicano que en sus cachas lucía una estampación con las iniciales R.E. (República española).

Manolo hacía lo mismo parapetándose detrás del coche, y a su vez los policías detuvieron el automóvil de vigilancia y se bajaron de él emprendiéndola a tiros y rompiendo el silencio de la noche.

Uno de los agentes de la autoridad cayó al suelo todo lo largo que era. Quedó tendido sobre los adoquines mirando al cielo y parpadeando por última vez ante la visión de un cielo estrellado. El balazo que recibió en la frente le abrió de inmediato la puerta hacia el otro mundo. Mi bisabuelo se acercó a él para rematar la faena en caso de que fuese necesario. Pero no lo era. Observó como el otro policía montaba de nuevo en el coche y se daba a la fuga reculando marcha atrás. De inmediato Justo se reunió con Manolo para tratar de poner en marcha a aquel Hispano-Suiza y largarse de la zona que no tardaría en estar infestada de policías. Manolo había recibido un disparo en el costado derecho de su estómago –y aunque pocos meses después le causó la muerte debido a que se le complicó por causa de una cirrosis hepática-, consiguió arrancarlo y desaparecer del lugar.

A partir de esa noche ni mi bisabuela ni mi abuela (que por entonces contaba con cuatro años de edad) no volvieron a saber nada de él jamás. Mi bisabuelo se esfumó. Aquella noche se lo llevó para siempre.

Los días sucesivos a la reyerta fueron días en los que la policía andó preguntando por todo el vecindario. Buscaban testigos que pudiesen certificar la identidad de aquellos tipos que habían liquidado a uno de sus compañeros, pero era una época en la que los habitantes de los barrios humildes y trabajadores no estaban demasiado por la labor de colaborar con un cuerpo de seguridad en el que varios de sus miembros habían sido, poco tiempo atrás, un enemigo declarado. Y lo seguían siendo.

Más de un vecino recibió algún que otro culatazo o fue agredido con una porra cuando ante la pregunta: “Sabe usted quién mató al guardia?”, recibían como respuesta: “Ah, pero han matado a un guardia? Pues ha sido Justo”.

Ningún vecino delató a mi abuelo, pero tampoco mintió a los agentes aunque estos no  fueron capaces de entender nada.

A lo largo de mi vida en el Poble Sec aún tengo ocasión de oír alguna vez cierta referencia a mi bisabuelo, ya que cuando algún vecino recibe un merecido agravio por parte de otro y la noticia corre por el barrio, nunca falta -quien rememorando la leyenda- sentencia con un contundente: “ha sido justo”.

Os la vais a perder? 2014, fecha por determinar, la nueva novela de GERY GARABATOS estará en las librerías!!

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